Que la fuerza te acompañe

Y no es para menos. Uno busca trabajo allá donde se encuentre, aunque tenga que recorrerse entera la línea 1 del metro de Madrid, sortear con elegancia los cortes parciales de éste, o caminar bajo el sol en pleno mes de julio a las tres de la tarde. Cuando uno cree que tiene indicios de haberlo encontrado y consigue concertar la tan deseada cita, se presenta ante él con la mejor de sus mudas. Y si los nervios le han permitido dormir suficiente la noche anterior, con la mejor de sus caras.

Aún no he conocido a nadie que le guste este tipo de citas. Cuando se trata de cosas muy desesperadas y necesitan a alguien para ayer, te meten de lleno en el puesto de trabajo según sales del despacho de recursos humanos. He de decir que he llegado a pensar que esa puede ser una de las mejores opciones. El trabajo es tuyo, se acabaron las búsquedas.

La otra opción, que suele ser la más abundante, es la de «sigues el proceso de selección», en la que tendrás una o un par de citas más hasta saber si al final el trabajo es tuyo o no. Esto nos lleva de nuevo a lo de antes, si es urgente, entras a currar esa misma tarde.

La peor opción que hay sin duda es la de «ya te llamaremos». Es un eterno comodín. Si hay suerte y te llaman, ¡enhorabuena! Pero si no te llaman te empiezas a comer la cabeza, comienzan tus inseguridades, que si no las vences, las arrastrarás a las siguientes entrevistas, comenzando un ritual de «cosas que llevé en la última entrevista y no supe nada más de ellos». Así que decides cambiar de chaqueta, de peinado o de colonia, te pones menos tacón, o esta vez te pones falda…

jedi

En estos tiempos buscar trabajo se está convirtiendo en un trabajo en sí. Son muchas las horas que dedica uno a esas webs de ofertas de empleo. Algunos pueden pensar que buscar trabajo es hacer el vago, y no, no lo es. Es levantarse pronto para mirar las ofertas que publican las conocidas webs, entrar un par de veces al día, porque si las miras 10 horas después de que las publicaran, habrá 2876 personas que mandaron el CV antes que tú. Es patearse la ciudad entregando el curriculum vitae mientras se siguen formando, porque al final, a los parados de larga duración se les terminan «olvidando» parámetros de su trabajo o como no sean asiduos a la lectura o a pelis en versión original, se olvida hasta el inglés. Es quedarse en casa, mientras (casi) todo el mundo tiene labores profesionales. Es mirar que te quedan un par de meses para que se acabe la prestación por desempleo o en el peor de los casos, ya ni tenerla.

Me dedico este post a mí misma, a amigos y conocidos que se han visto o se ven ante esta situación. Donde hay que ser fuerte para para que la autoestima no toque el más profundo abismo y no caer en una «depre». Es decir, te conviertes en un auténtico jedi, una persona suficientemente preparada, estable ante las adversidades y armonía ante el caos de la vida. A veces encontrar trabajo es cuestión de suerte, de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, mientras localizas ese lugar y momento, que la fuerza suerte te acompañe.

2 comentarios en “Que la fuerza te acompañe

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