Lee lo que quieras

Lee lo que quieras. Eso es lo que me hubiera gustado a mí escuchar alguna vez.

Desde que estoy más en contacto con la educación infantil y primaria, tengo vueltas al pasado. Recuerdo cosas del colegio, lo que hacía y como me sentía. Recuerdo mi rechazo a leer. Es algo que me sorprende hoy en día,  ya que me paso el día leyendo y me paso horas en la biblioteca, librerías, en busca de mi próxima aventura en esto del mundo del saber. Este tuit lo resume muy bien.

Pero en primaria me suponía un auténtico hastío. Cuando eres pequeño no  entiendes o ni te planteas cuál puede ser el motivo (pensaba que era un rollo leer), pero ahora de adulta entiendo y localizo el problema, que abordaré más adelante. A mis hijos, y a la mayoría de sus compañeros les pasa lo que me pasaba a mí. ¿Puede ser porque sigan haciendo lo mismo que hacía yo? Al principio de curso se mandó una lista de libros para leer durante el año. Algunos, he de decir, que estaban hasta descatalogados. Es verdad que el mundo editorial no está en su mejor momento, pero hoy en día hay libros muy interesantes, educativos y actuales muy válidos para la enseñanza, sin necesidad de recurrir a los libros que se editaron cuando yo estaba en edad escolar. Recuerdo los libros de lectura obligatoria, donde toda la clase debía leerlo. Te guste o no. ¿Quién no ha leído un libro que no le engancha?¿Qué sucede? Retrasas el momento para leerlo, porque no te llama y cuando lo haces, cualquier momento es bueno para dejarlo de leer. Ahí radica el principal problema.

Hay gente que le gusta la ciencia ficción, la novela histórica, el ensayo…Estoy de acuerdo en que hay que leer a los clásicos, pero eso ya forma parte del instituto, donde uno tiene o debería tener un gusto por la lectura que se inició en primaria, pero no se inicia. El caso es que se repite el mismo error en secundaria. Todos a leer El Lazarillo de Tormes. ¿No será mejor que de entre los clásicos, cada uno elija el que más le llame? Recuerdo, que una vez me tocó de lectura obligatoria a Marianela, de Galdós. Quedé encantada, me llamó desde el primer capítulo. El texto era tan descriptivo  que podía ver los paisajes y los sentimientos. Por mi forma de ser, la protagonista y su historia de miseria me atrapó. Pero a la mayoría de mis compañeros les resultó un horror, y muchos ni la terminaron… y no leyeron nada más, porque la obligatoria era esa.

Imponer, ese es el error. Hay que dejar que cada uno elija. ¡Será por clásicos! Si yo misma pensaba: – A María, que empieza a tontear con los chicos, le pega más «El libro del Buen Amor». A Manuel, que quiere estudiar políticas, «El Alcalde Zalamea»- . Y todos habrían conseguido leer un clásico, y no a medias, como hicieron la mayoría. Si volvemos a primaria, tenemos casi lo mismo. Lectura obligatoria. Esta vez de «Sapo y Sepo son amigos». Descatalogado. Pero para el que quiera leerlo, puede pinchar aquí. Los profesores decidieron cambiarlo por otro libro de lectura obligatoria, «Sapo y Sepo inseparables». Este por suerte no está descatalogado aún y pude comprarlo. Si os llama el título podéis leerlo aquíNo tengo nada en contra de estas dos obras, donde muestran a dos sapitos con sus respectivos caracteres, tan diferentes pero buenos amigos. Una lectura muy tierna.

Pero este año tocan, no una , sino seis lecturas obligatorias en tercero de primaria. Al ser un colegio grande y dados los tiempos que corren, cada clase tiene que comprar un libro y luego rotará por los demás compañeros de las otras clases. (Me parece fantástica la idea de compartir y prestar libros, aparte del ahorro que supone). Al ser un colegio de línea seis, los niños tendrán seis lecturas obligatorias. Una media de treinta alumnos, por seis clases, son 180 niños que leerán los mismos libros. Porque todos son niños, y todos son iguales… Podría hacer una ilustración, pero no lo haré porque ya lo hizo Francesco Tonucci y representa justo lo que pienso y así me educaron a mí.

 

Escuela de Frato

 

Todos cortados por el mismo patrón, todos iguales, las mismas lecturas, las mismas tareas. Hace poco el mundo recordaba la película Regreso al futuro, película donde allá por los ochenta se imaginaban que en el dos mil quince estaríamos con patinetes voladores y alta tecnología. El avance es evidente, smartphones, tablets y pizarras digitales en clase… ¿pero los métodos? De qué nos sirve toda la tecnología si seguimos patrones de hace un siglo. Desde este rinconcito, pido una reflexión a las lecturas obligatorias. Que no todos somos iguales, que a todos no nos gusta lo mismo.

Y termino con una frase muy bonita de Noam Chomsky que resume muy bien la función de la enseñanza y del maestro:

Enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua, sino más bien a ayudar a crecer una flor a su manera.

Y cómo vamos a dejar que crezcan a su manera, si les imponemos unas lecturas obligatorias, fuera de sus intereses, gustos o inquietudes. Abramos el abanico de lectura. Que leer sea un placer, que dejemos leer lo que se quiera, lo que te llame. Seguro que te deja con ganas de leer más.

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